16 abril, 2010
Ipod.
15 abril, 2010
La vida más bastarda.
13 abril, 2010
7. DREAMING / Träumerei /
2. Desde que inicia yo siento que es pura nostalgia por haber sido niño. Nostalgia de que las personas del mundo y lo que pasa en él, nos arrebata un día, sin más, la niñez. Una niñez que fue como despertar con la boca pegajosa por comer dulces antes de dormir y aún a hurtadillas, es como despertar con moretones en los brazos y raspones en los codos por el anterior día en el parque, es como llegar a la casa oliendo a pasto y tierra, a dulce y sol, a travesuras e ilusiones que hoy nos parecen disparatadas, sencillísimas, lejanas. Lejanas. Y uno no lo comprende hasta que no es niño y así derrotados lo anhelamos y lo olvidamos y lo negamos y ya no lo vivimos más y suspiramos y reímos por viejas travesuras y caminamos por los mismos parques que fueron escenario de viejas aventuras y lloramos risas y reímos tristezas y preocupaciones y riñas. Y vemos los viejos trofeos; canicas, trompos, muñecos pequeños de héroes de historieta, miles de coches "Llanta-Caliente", peluches de Tribi y discos del veracruzano, Gabilondo Soler, alguna vez conocido y alguna vez llamado Cri-Cri, quién también fue conocido alguna vez. Y tenemos trofeos corpóreos, cicatrices y tenemos recuerdos y nos tenemos a nosotros mismos para contar maravillosas hazañas de los amigos de la cuadra, con los amigos de la cuadra, para los amigos de la cuadra.
¿Qué pasó con la frustración por no llenar los álbumes Panini de Garfield o del mundial de fútbol?. ¿Qué pasó con los tazos de los Looney Toons y de Pokemón, dónde están, en qué basurero?. Viejas cosas, compañeras de nuestro pasado, cosas que no perduran porque están hechas para no perdurar más que en la memoria, en nuestra propia memoria, sin la memoria nada tendría sentido.
Me extraño a mi mismo siendo niño, seguro que mi santa madre no, porque solía ser un demonio, pero al fin y al cabo, niño. Yo fuí niño, hace no mucho tiempo. Lo fui.
3. Mi hermana, Gabriela, ella toca. Antes fuimos juntos a clases de piano; a la Casa de la Cultura. Éramos bien niños aún, ella seguía en el Mercedes y yo en la E.C.C. plantel Chulavista. Ella siguió, yo no. Ahora estudia música en la Escuela Nacional de la Universidad Nacional. Yo estudio Derecho en La Salle, así a secas. Ella toca el piano. Yo digo tocar la guitarra, aprendí viendo, imitando a quién sabía. Aprendí con unas insulsas notas que me enseñó mi hermana mayor, Patricia. Aprendí a base de cayos y tablaturas de canciones punk rock que aún me gustan. Aprendí con mis propias canciones que ahora, no recuerdo enteras.
Ella toca el piano justo y junto a mi, mientras yo escribo. Hacemos movimientos parecidos los míos tatúan letras en la pantalla, los de ella, liberan memorias de infancia a cada nota y ella cierra los ojos y yo parpadeo de vez en cuando y la veo con los ojos cerrados. Yo escribo mientras toca. Ella toca lo que yo escribo. Yo y ella. Hermana, sangre de mi sangre, piel de mi piel, corazón que late parecido, voz que es parecida, la mía más grave por naturaleza, la suya, aguda por naturaleza, de chiquita siempre estuvo ronca, pero así era su voz. Ella toca, yo toco, todos tocamos de alguna forma. Infinitas gracias.
06 abril, 2010
El Chevy Negro.
Salgo de mi casa a las 03:30 PM. Tomo la Av. Miguel Bernard hasta salir a Ticomán, más adelante me sacará a Insurgentes donde según mi plan default llegaría hasta el Centro Médico La Raza para tomar el Circuito Interior (ahora llamado Bicentenario, bah) y luego hasta la salida del Eje 4, Benjamín Franklin, donde se encuentra mi Universidad.
¡Tuve una sorpresa!. Cuando di la vuelta para salir hacia Insurgentes veo por el retrovisor que un Chevy Negro se enfila detrás de mi. No le doy importancia y sigo sobre la lateral de Insurgentes. Tomo el volante y lo giro hacia la izquierda para meterme a Insurgentes y justo en ese instante el Chevy Negro sale primero que yo y me rebasa -¡Desgraciado!- pienso y me muevo veloz para darle alcance al fugitivo. Para mi sorpresa, es bueno en el volante, se mueve suave y frena quedito, estoy atrás de él, sabe que lo persigo. En un momento antes de llegar a la salida de La Raza me abro hasta el carril de extrema izquierda, rebaso al coche que va en el del centro, tomo su carril y para ese entonces ya iba adelante del famoso Chevy Negro, de un jaloncito me le meto en frente justo debajo un puente y comienzo a frenar, no duro, quedito, sólo para hacerlo enojar.
¡Tuve otra sorpresa!. Miro por el retrovisor y mi contrincante es una mujer, usa lentes negros, tez clara (trigueña), una cola de caballo y su pelo es rubio. -¡Ja!- río en voz alta, la veo que comienza a querer rebasarme, pero me pego hacia a la izquierda sin darle permiso si quiera de pensarlo. Damos los dos la vuelta hacia la derecha y justo frente a nosotros El Centro Médico La Raza. Es sabido que el bendito semáforo dura segundos, así que ella es paciente y se queda detrás de mi. Yo me distraigo con el radio y cuando volteo hacia a adelante un limpiavidrios, sonriente, me limpia el parabrisas. -A la vuelta men- digo, -Sale-la-banda- dice él. Miro por el retrovisor y sigue ahí, avanzamos después de dos semáforos y sigue detrás de mi, no intenta nada, giramos a la izquierda luego a la derecha y llegamos a la lateral del Circuito Interior (Bicentenario, bah). Ya en el Circuito, de pronto, no la vi atrás de mi, me asusto porque según iba concentrado. La veo que se mete justo en frente de mi y comienza a frenar, justo como yo. -¡Ja!- pienso y como íbamos en el carril del centro tiro el volante a la derecha y por el carril de baja la rebasó sin problemas, me nota a su derecha y comienza a acelerar para metérseme. Ella tenía un coche enfrente y yo no, así que tuvo que frenar un poco, yo paso victorioso y riendo, ella se forma atrás de mi, muy cerca. Lamentablemente no tuvimos la oportunidad de seguir compitiendo porque desde la altura de Thiers hubo tráfico, ella siguió sonriente detrás de mi, se quitó los lentes de sol, yo solo para pavonearme hacia el coche de un lado para otro y la veía por el espejo lateral de la izquierda. Ella seguía ahí sonriente y de pronto noto que ya estoy por llegar a Benjamín, pongo la direccional a la izquierda y ella se mueve conmigo - No sé a dónde va, ¿iremos al mismo lado?- pienso. Ella sigue detrás, yo giro a la izquierda y ella sigue derecho. En un momento de desperación volteo ansioso y ella también, bajando la velocidad. Aprovecho para hacer como si me quitara el sombrero y sonrío, ella inclina un poco la cabeza y sonríe avanzando. -Hasta nunca- pienso.
05 abril, 2010
¿?
Sería lo que soy hoy una y otra vez, sin cansarme. Una y otra vez, sin cansarme. (como Nietzsche)