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07 septiembre, 2010

Pietr y el Lobo.

Sus patas sobre el suelo cual columnas de concreto, se yerguen frente a Pietr. Hay nieve brillando al sol, corre el viento con su aroma a pino y tierra. Pietr viste una playera bordada en las orillas del cuello, faja roja, pantalón obscuro, siempre con su buen par de botas.

Por un segundo nadie tiene miedo, sólo se miran y todo pasa dentro de sus ojos, toda la escena la observan un par de timbales que pelan los ojos para mirar. El Lobo jadea fuerte y Pietr apenas respira, como si diera a entender que Lobo puede tomar todo el aire que quiera. El perro se perfila hacia adelante con los ojos clavados en los de Pietr. Unos violines se mueven rápido, siempre dispersos entre los helechos. El Lobo comienza a correr y al mismo tiempo remontan el vuelo unos patos que se asustan con la reacción del can. Pietr, inmóvil cierra los ojos, el jíbaro corre hacia él con una velocidad increíble, toma impuso con las patas traseras y salta sobre Pietr pero nada pasa, el Lobo lo atravesó cual dedo jugando con la llama de una vela. El Lobo cae del otro lado, mira hacia atrás y encuentra a Pietr de espaldas, remonta su ataque tirando una mordida al antebrazo pero sus mandíbulas no pueden tocarlo, de nuevo lo atraviesa. El perro cesa en seco el ataque porque un pájaro se posa en el hombro del muchacho, Pietr voltea y ve de nuevo al perro, el pájaro hace unos chiflidillos y del hombro, pasa a una rama de un árbol con flores rojas. En el cielo vuelan oboes.
El Lobo se confunde, no sabe lo que mira. Él se siente tan fuerte, tan poderoso y aún así no logra tocar a Pietr. La nieve se derrite, el sol ha avanzado y ahora pega sobre ellos. Parece que llevaran años ahí parados, viéndose respirar mientras las flautas transversas bailotean colgadas de los árboles. De pronto una bala entra en el muslo izquierdo del Lobo, era hermosa, viajó por el campo destellando luces entre los árboles, su punta de plata combina con la sangre de jíbaro que cae lento al suelo. Pietr se acerca al Lobo y estira su mano, el Lobo por instinto lo muerde y sus colmillos se afianzan con fuerza a la carne de Pietr, la sangre que toca la lengua del Lobo lo enloquece, los dos están envueltos en frenesí.
Otra bala plateada vuela por el cielo y el Lobo deja de apretar.

04 septiembre, 2010

Cinco consejos prácticos.

1. Si quieres las cosas pídelas.
1. Toma todo lo que en la vida te haga desarrollar la voluntad y el esfuerzo.
2. Elige cosas que te gusten y conviértelas en tuyas.
2. Haz siempre hasta donde te sea posible. Reza, pide, ora para que puedas hacer lo imposible.
2. Si no sabes cómo llegar; pregunta.
3. Di lo necesario hasta saber que te explicaste. Si eres ignorado, abandona ese lugar.
3. Cuando quieras hacer algo que nadie más quiere, reconsidera. Es por algo.
3. Pon en una balanza lo que quieres y lo que vale la pena.
3. Si te arrepientes de no haber hecho; haz.
3. Cuando sea demasiado tarde, pregúntate si aún eres tonto, y; haz.
4. Las locuras siempre sirven para enamorar.
4. Cada quien hace lo que puede con lo que tiene. Unos tienen más que otros.
4. Si vas a entrar piensa también en salir.
4. No confundas los conceptos, tenlos siempre claros. Esa es la clave de la tolerancia.
5. Las cosas vienen y van, las personas también.
5. Siempre es una buena idea hacer caras cuando no te ven.
5. Si has de oír; oye. Aprende del silencio, que el ruido no te tome desprevenido.
5. Si cometes dos veces el mismo error, prepárate para una tercera; será la vencida. Dicen.
5. Si consideras que lo mejor es herir a alguien, no lo hagas con metal al rojo. Usa una aguja.
5. La decisión perfecta no existe. Las oportunidades se turnan con el sacrificio.

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(...) tided up with strings.


Me gusta el viento cuando da de frente y no tengo que respirar a conciencia, el aire entra solo -como Pedro por su casa-. La playa es el mejor lugar para tener esa experiencia, aunque ciertamente, me ha sucedido en otros dos lados. La Torre Latinoamericana y el cuello del Iztacíhuatl. Por otro lado, la montaña o te seca, sientes agujas de heladísimas perforándote, y, sinceramente, en la Ciudad de México el aire siempre me causa estornudos. Sin duda, el mejor lugar es la playa porque es comodísimo, el airé es calientito (si estás entre Cáncer y el Ecuador, que es el caso de la mayoría de las playas mexicanas) y humedo con su típico olor salino.


Siempre-siempre me pregunto, si será ese el mismo aire que rozó miles de mejillas distintas, volteó cientos de paraguas, que tiró millones de sombreros. Si trae perfumes, ideas, si es mío o tuyo. Siempre-siempre me pregunto si es el mismo aire el que a veces parece enojado, si es exactamente el mismo aire que vaga por toda la tierra recolectándonos, robándonos vida y piel. Siempre-siempre me pregunto.


02 septiembre, 2010

+

Más amor.
Más tierra.
Más comida.
Más dolor, juego, palabra, razón.
Más calor.
Más caricias.
Más promesas.
Más locura, corazón, olvido, ciencia.
Más fe.
Más ideas.
Más historia.
Más música, libros, personas, tristeza.
Más tiempo, trenes, vías, hojas. Puentes, calles, pasos, cruces. Luces, puestos, puertas, valles.
Más vida. Ganas. Tiempo.