Datos personales

29 octubre, 2010

Cuatro temas.

I. Hasta que me venza el sueño o le pierda el miedo al tiempo.
No quiero dormir.
Tengo miedo de intentarlo.

Miedo a no poder cerrar los ojos
ó
terror por no querer abrirlos.

Quiero dormir cansado, sin darme cuenta,
sin saber que hago.

Y soñarte, con diferentes caras,
dándome cuenta que eres muchas mujeres en una.

II. Hasta que me venza el miedo o le gane al dolor.
Tengo sueños recurrentes,
a veces imposibles,
otras irrecordables.

Pega soñar mentiras,
vivir el duelo de lo que no es,
encontrar una pared donde hubo alegrías.

Todo nos estuvo esperando
tal y como lo dejamos
al cerrar los ojos.

III. Hasta que me caiga de hambre o el ayuno sea de diario.
No me venzan las tentaciones,
que sean más fuertes mis oraciones,
que en ellas, siempre te pida más dones
para alabarte y servirte con mis acciones.

Concédeme la visión para escoger el bien
y la gracia de siempre serte fiel.

Concédeme la justicia que merezco,
que se haga tu voluntad
y eso será lo que más agradezco.

IV. Hasta perder la cordura o adoptar a la razón.

El loco corre viendo al cielo,
el sabio mira el suelo.

El sabio, vive en su mundo,
preocupado por las cosas del mundo.
El loco, vive encerrado en su mundo,
preocupado por cómo salir del mundo.

¿Quién es más culpable?
¿Quién es más libre?
¿Quién siente más?
¿Hacia dónde se inclina mi balanza?
Perder la cordura. Adoptar la razón.

27 octubre, 2010

Me ladran

Nunca tuve tanto horror. Pasé una hora rodeado de extranjeras y hasta ahí uno diría, -eso no da horror-. Error.
Llegué y me senté en la primera computadora que vi, sin notar que a un lado había una mujer de una rubia cabellera. Ella era tan extraña y yo tan distraído. Comencé a teclear mis claves y contraseñas, de pronto otra cabellera güera se sienta pero de mi otro lado. Unos 10 tranquilos minutos después, estas dos mujeres se pillaron en Facebook y notaron que sus cabelleras rubias compartían la misma sala de computadoras y estaban sentadas a un hombre de distancia. Una se levantó de su lugar y le dirigió algunas palabras extrañas, la otra la saludó y platicaron un momento, como personas normales y decentes. Una vez que se les acabó la decencia, la mujer que se levantó, se sentó y comenzó mi calvario. De pronto me di cuenta que se estaban comunicando de un lado al otro, una hablaba y la otra contestaba. Para cuando tuve que dejar de hacer lo que hacía, ya era un cinismo brutal, estaban las dos volteadas hacia mí, platicando en... ¿Flamenco?, ¿Ucraniano?. -¡Diablos!- Pasaron 3 minutos y la situación no cambió, lo más simpático sucede ahora, me estaban hablando a mí, en su lenguaje. Yo sin pista alguna de lo que les sucedía me dispuse a ver el monitor de la que estaba sentada a mi derecha, y noté que quería imprimir, así que dije -¿Ah, quieres imprimir?- y como ella estaba tan ocupada hablándome en su lenguaje nunca pensó que tal vez, no tenía la más mínima idea de lo que decía, así que le dije -Aprietas imprimir y vas a la maquina a recogerlo- indignado de que no intentara si quiera pronunciar palabra en castellano. Antes de que se fueran (porque al final de cuentas pareció entenderme) le dije -Excuse me, I only speak english besides spanish. Do you speak english?- Ella contesta -¡Oh yes!- super contenta y yo le digo -So, you understand spanish?- y ella dice -More less- y yo les digo hablando lo más rápido que puedo -Lasodio. Nuncaensuvidamevuelvanahablareneseidiomamujerestanmaleducadascomoustedesnuncahubo- y ellas con la cara que tenía yo hacía unos minutos, me dijeron -What?- y yo les digo -I said "Have a nice day"- ellas sonríen, yo sonrío y todos los mexicanos que me oyeron se botaron de la risa. No las odio, pero la emoción del momento ameritaba que alguien les dijera algo que no entendieran.

14 octubre, 2010

El Sindrome Günter

-Este viernes, fiesta en tú casa.-
Te dicen algo que ni quieres, ni entiendes, ni crees, ni sabes, ni es y dices que si. A la mera hora nunca llegan a la fiesta y ya estaba todo puesto.
Metáfora.