Datos personales

11 octubre, 2014

¿Águila o Soy?

Todo el tiempo estoy queriendo estar en otro lado. Viajé varios cientos de kilómetros y me sentí en el mismo lugar, en el mismo lugar que estoy ahora. He caminado en la lluvia, he faltado en clases, he dormido en mi casa. He hecho cosas y he regresado al mismo lugar, una y otra vez, ¿por qué?.
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Últimamente me pregunto si soy el mismo, es decir, si sigo siendo la misma persona y no sé. Pienso, la mayoría de las veces que sí, que he cambiado pero ¿qué no ha cambiado?. Otras veces pienso que soy un pequeño espejo que refleja cosas que otros vieron en mi pero también cosas que yo mismo vi, me siento bien con quién soy pero me doy cuenta de que no sé si sigo siendo yo mismo, si soy quién quiero ser o ninguna de ambas. La paradoja griega del hombre con mil máscaras, ese cuento del que se dice viene la palabra -personæ-, nunca me había hecho sentido hasta hoy y me siento completamente derrotado por haber caído en el cliché de preguntarme; ¿quién soy yo?.

La verdad es que no me acuerdo quién era yo antes. No recuerdo que tanto pensaba de niño, por ejemplo. ¿Qué pensaba de mi mismo entonces, cuál era la concepción que tenía de mi?. Esa continuidad, a fin de cuentas cuando se es uno mismo, no se nota ese pequeño giro, esa tuerca que se aprieta hasta que un buen día surge la pregunta; ¿y cómo llegué aquí?, ¿cuál fue el día en qué dejé de jugar y me senté a la mesa de los grandes?. ¿Dónde estaba yo mismo apuntando esa fecha y cómo me sentía al respecto?. Una pregunta más; ¿por qué perdemos esa capacidad de retrospectiva mental?.

Me parece una completa redondez ésta situación. Ese momento trillado donde entiendes una parte de la vida, una pequeña parte de tu propia existencia... en cada película y libro que odio está ese descubrimiento que determina el desenlace del personaje. ¡¿Ahora escribo y pienso como Paolo Coelho?! y vaya que odio lo que hace ese hombre.

El futuro me parecía emocionante, ahí quería estar, ahora me llama más la atención el presente; en conclusión bendita continuidad, parece que finalmente me he alcanzado a mi mismo. Me atrae esa parte azarosa del futuro, me gustan los volados, siendo ese el único juego (de azar) que me atrae justamente porque es completamente irrelevante el número que representa su valor. Águila o Sol, cruz o cara, head or tail.

A través de mi vida estuve preparado para muchas cosas, creo que más de las que me di cuenta. Las cosas cotidianas, pensaba yo, es lo único a lo que nos enfrentamos sin reflexión previa, todo lo demás ya lo tenemos pensado o lo hemos ido aceptando con el tiempo.

La única verdad que conozco es que todo cambia, por ende; la vida es cambiar. Nada nos prepara para eso, cada quién encuentra su rincón desde donde le llega el momento de enfrentarse a sí mismo, una batalla que en términos de la vida humana está presente en mi desde que yo recuerdo. Pienso en Dios; quisiera ponerme en frente de él y preguntarle cosas, tocarlo, ver su cara y que nadie me diga Tomás. Quisiera un abrazo de Dios, un buen abrazo del mismísimo Dios.

Como una mina sin haber sido descubierta, la felicidad está dentro de mi, mi felicidad pues... No la de todos, quien no la encuentra es porque no ha mirado bien dentro de si.

Soy esa persona que se equivoca, soy el que se cae, el que no llora nunca. Soy el hijo menor, el único hombre, el que no habla otro idioma más que inglés. Soy el que se enferma y el que se enoja. Yo soy el que no sale mucho, soy el que prefiere mirar, el que tiene una bella novia. Soy ese que se queja y que no quiere pararse en las mañanas. Soy el que no quiere escoger partido político. Soy yo, ¿lo recuerdas?.


Yo soy esa persona con máscaras y pintura sobre la cara.

29 mayo, 2014

Hoja blanca

Muchas veces en los últimos años me he enfrentado a las hojas blancas. Esa textura áspera y reseca, esa blancura altiva, celosa. Siento una ligera tristeza de recordar cuántas hojas blancas he tenido enfrente, ni siquiera un álamo tira tantas en otoño.

Antes pensaba que lo correcto era que estuvieran llenas de letras pero cuando las letras se escapan corriendo... Es difícil esa persecución, ese pequeño forcejeo, inútil y sobre todo cansado.

Pensé que nunca me iban a faltar ideas, hasta que me faltaron y aún entonces, pensaba que iban a volver.


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Recuerdo que hace varios años decidí que iba a escribir sobre un momento que parecía especial. Estaba yo en un campo, el cielo azul, pasto amarillo pero sobre todo, un viento que soplaba constante, uno que podía jugar con los remolinos de polvo que se iban levantando. Sobre ese campo de suelo irregular, se levantaban también unos marcos rectangulares pintados de blanco. Pensé que ese era un buen momento y que escribiría de él como un recuerdo especial, la verdad es que no tenía nada de especial, salvo que yo lo escogí. Escogí ese donde estaba solo y nunca me ha vuelto a la mente escoger otro, sólo ese.

Me gusta no haberme visualizado de alguna manera más concreta, es decir, solo pensaba en que escribiría sobre ese momento. Me hubiera generado la expectativa de tener que cumplir un sueño más. Creo que en ese momento me gustó la idea por ser tan sencilla, no fui prejuicioso y me evité la pena de la desilusión.

De forma peculiar, en ese momento solo estaba seguro de una cosa que en el futuro escribiría.
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Esa misma idea es la que utilicé para vencer a la ultima hoja blanca con la que me crucé y no era de álamo, era una de papel... Bueno, era una hoja de papel figurativa porque yo no escribo en papel de verdad y ciertamente el primer párrafo solo lo imaginé, lo resaltable es que en realidad si conozco el papel y que ese párrafo está medianamente bien escrito. 

Ésta es mi primer batalla ganada desde septiembre de 2012.