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26 septiembre, 2011

Formatur cæli



Quiero cerrar mis ojos y verte. Que seas la constante de mis parpadeos y mis sueños, quiero tenerte enteramente en mi cabeza, de punta a pie. Recordar cada acertijo de piel que tu cuerpo esconde, cada milímetro de pu belleza lo quiero puesta completamente en mi.



. . .


Que no me separo de ti porque eres tan valiente que me sacas de mi cama cada noche para que esté contigo, lejos del tiempo que nos apura y que se agota. Tú eres mi viaje más alto, el más certero. Esperado. Eres la dueña de un cielo y ahí, dentro de ti, yo vuelo con tanta confianza y cariño. Me dejo acariciar por tu viento y tengo tantas ganas de vivirte en picadas y volteretas. También eres el azul de ese cielo, más cuando se pone anaranjado o violeta y se va el sol. Eres mis ganas de viaje y de paraje.


Por eso, soy tan tuyo; como las aves son del cielo.

Tienes mi pensamiento dándote vueltas; tantas como las veces que reafirmo quererte al día.


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Ahora mismo quiero sentir tu piel en mi mano. Quiero que me pongas muchas miradas de ojos cafés, pero lo que más quiero es tiempo para gastármelo contigo.

13 septiembre, 2011

¡Vive México!

Leo por todos lados que no debe existir más el orgullo mexicano y me entristece, porque no sólo debe existir, debe arder en nuestro pecho más fuerte que nunca.



Lo que parece, en México, es que ninguna situación es lo suficientemente importante como para lograr unirnos. Lo que le falta a México, es eso. Si el máximo festejo de orgullo mexicano por conmemorar la -unión- de dos mundos, de varias razas, de dos religiones, de millones de ideas... Toda la historia podrá posicionarnos en ventaja o desventaja, en desarrollo o subdesarrollo, en primer o tercer mundo, en vencidos o vencedores, pero ¡hoy somos más!. Somos el resultado de todo lo bueno y lo malo en que el transcurso y devenir histórico nos han encauzado. Cierto, pero no podemos olvidar que la permanencia en este estado de -ser- nos eleva, no al -deber ser- como ideal utópico, sino, a la constante oportunidad real y verificable de -ser más- desde el punto de vista de la interioridad e individualidad de la persona, donde, sólo -ser- no alcance ya para llenar la cabeza y corazón, el hartazgo de -ser-. Ya no llena ser el mexicano indiferente, eso es lo que ya no es tolerable. La violencia y otros males, se han alimentado, no de tolerancia, sino de la indiferencia que directa o indirectamente la sociedad le manifestó. Y aquí, es cuando cobra relevancia la unidad que yo defiendo, ¿por qué no podríamos -ser más- abiertos a aceptar el mal que esta indiferencia nos causa?, ¿por qué no podríamos -ser más- responsables de nuestras acciones y hasta de nuestras omisiones?.

Lo que yo defiendo es todo lo bueno que hay en nosotros, lejos de culpar a los gobernantes y "querer dejarlos solos" ¿por qué no queremos ser más humanos? ¿Más unidos?. ¿Más mexicanos?.


¡Ya basta!. Si, ya basta no de echar culpas... Ya basta de no ser responsables. Ya basta de no ser auténticos... Ya basta de no aceptar nuestros errores. ¡Ya basta de no querer mejorar!. Eso si duele, eso si hiere en el alma.


Más que un atentado al casino; duele no poder estar unidos.

22 julio, 2011

V.g.

De pronto, un día, las verdaderas pasiones, viejas o nuevas; te asaltan, te sacan los ojos y con la recien impuesta percepción ciega, emprendes un camino hacia donde nunca esperaste pero siempre quisiste.

06 mayo, 2011

Hoy no

Tengo borradores con fechas de otros días. Yo, y todos, siempre escribimos en -hoy-, es lo natural, me aturrdían las fechas y el tiempo, más un sentimiento de abandono bloggero. Ya con los dedos al rojo vivo y olvidandome de aquello que antes me detuvo sin razón, nos pondré al corriente pronto, vengandome del abandono y el tiempo.

01 abril, 2011

Carretera

-Mi hija es una mujer que vale la pena, Caro. Te digo, lo que pasa, es que el muchacho con el que sale no da el ancho... Ella tendrá que verlo algún día.-


-Pues si, no te preocupes Dulce, las cosas pasan por algo, además, ni que Sadi fuera a casarse con él.-


-¡No mujer, ni lo digas!- Dulce, mi mamá, muy seria, replica sin perder tiempo y su amiga Caro, que rie por lo bajo y le palmea la espalda.


. . .


Yo como mujer sé que hay cosas que no se aceptan aún ahora pero, sinceramente, hay reglas que estoy dispuesta a romper. Marco no es el hombre más brillante pero tiene cualidades que mis padres no pueden comprender y yo, yo soy igual que él.


-¿No te gustaría estar muy lejos de aquí, Sadi?- me dice Marco, con un tono de seguridad.


-Tan lejos como quieras pero cerca de ti- respondo, tomo su mano y la pongo sobre mi pecho para que apropósito sienta mi corazón latir. Él toma mi mano, la mete bajo su playera y la pone sobre su corazón. Lo siento latir al rojo vivo en toda mi palma.


-Vámonos hoy- le susurro al oído y lo recorren miles de escalofríos. Y comienzo a jugar con sus chinos, los tomo y los jalo, como si tuvieran la intención de ya no ser chinos. Él me hace sentir contenta, me alegra el corazón.


-Hoy, ¿así de pronto?- me contesta y se rie hasta que nota que ahora quien habla en serio soy yo. No le digo nada pero me siento segura, quiero irme a cualquier lugar donde nadie nos conozca. Un lugar donde seamos libres de ser uno para el otro. Marco se queda callado y asiente con la cabeza, no piensa en nada lo sé. Mete la mano en su pantalón y me da las llaves de su camioneta, una Jeep negra. Yo en ese momento no sabía que también me estaba entregando las llaves de su destino.


-Vámonos, a ver si muy brava- me dice mirándome a los ojos, tomando mi mejilla y dándome un beso.


Yo me levanto, lo tomo de la mano y nunca me sentí más valiente y tranquila, yo tampoco estaba pensando en nada y él lo sabía. No había nada en que pensar, nos subimos a la camioneta.


Marco manejó hasta una gasolinera y le llenó el tanque. Yo, saqué la Guía Roji y puse mi dedo en un mapa que pille primero, cayó en un pueblito de Guanajuato y hacía allá vamos.


-¿Puebla?. ¿Qué hay en Puebla, Sadi?- pregunta Marco, con un poco de tedio.


-Fue la suerte la que decidió, pudo haber caído en Tizayúca...- digo yo, con un poco de risa entre palabra y palabra.


-Es la misma cosa, en realidad no existe ninguno de los dos lugares, son un capricho en el mapa. Pero, ¡ahí vamos!- dice él un poco más animado.


Las carreteras siempre me habían parecido tristes. No sé, me dan un sentimiento encontrado, por un lado las ganas de salir y por el otro, ganas de volver a casa. Y en realidad me gustan las carreteras, en especial esos tramos en los que el único recuerdo humano es la misma carretera, todo parece intacto, todo se ve tan simple.


-Oye, ¿imaginaste alguna vez ir a San Pedro Cholula?, seguro que te morías por ir e inventaste eso del dedo- dice Marco riendo. Yo le hago una mueca, él estira su mano derecha y de un empujón me avienta la cabeza hacía el respaldo. Lo veo sonreir sin quitar los ojos del camino.


La mitad del camino estuve viéndolo sin que se diera cuenta, placer extraño. Sus ojos raros y sus chinos harían cruzar la calle a quien lo tuviera enfrente pero eso era como un escudo. Yo lo veía diferente. Mi mamá tenía un cuentito para explicar a Marco; -el perfume caro en frasco de Gerber- y alargaba las erres en la palabra Gerberrrrr, -indudablemente parecerán miados-, poniendo el punto final asintiendo con la cabeza una sola vez. A mí me daba mucha risa, era de sus mejores actuaciones. Mi madre siendo una señora copetuda nunca hubiera entendido. A mi nunca me faltó nada pero podía ver más allá de su simple aspecto. El corazón de Marco era tremendamente grande y luminoso. Seguro que lo que más le molestaba a mi mamá era el hecho de que no me afectaran sus comentarios, siempre me parecieron graciosos.


-¡Mira los volcanes!- gritó Marco, despertándome. Yo volteo y el día más despejado no pudo ser, por un lado el Izta, del otro el Pópo.


-¡Nunca los vi tan bonitos Marco!- digo emocionada -párate para tomar unas fotos, ándale-


-¿Aquí? ¿Así? ¿Ya?- dice Marco extrañado pero listo a pararse.



Me bajo yo primero del coche, estacionado al lado de la carretera y pienso que es chistoso porque no estoy acostumbrada a ver los volcanes del otro lado. El Izta a la derecha y el Popo la izquierda, a veces nos acostumbramos a ver el mundo estático...


Marco me toma de los hombros y camina de tras de mi, con la cabeza entre sus brazos, viendo al piso. Nos sentamos en una piedrota con los volcanes de frente, los dos nevados casi hasta la mitad.


-Quédate así, no te muevas- le digo a Marco y se mueve entre sonrisas. Luego él se levanta y me abraza, me toma de la mano y caminamos a la camioneta.



Seguimos la carretera, callados, el radio prendido. De repente tarareamos cachos de canciones, la tarde pasó muy tranquila.


. . .



Al abrir los ojos unas luces me lastiman y un ruido agudísimo que ensordece todo lo demás, es lo único que percibo, no sé que pasó, no recuerdo. Me siento hinchada de la cara y poco a poco la cabeza me revienta de dolor. Intento moverme para ver que pasa, pero agujas al rojo vivo se insertan en mi espalda y lagrimas salen de mi ojos. Las luces de la camioneta me dan directo y alcanzo a ver a Marco en el volante pero no se mueve.



La camioneta volteada y Marco ahí con ella, lleno de sangre, creo que lo oigo respirar. Me explota la cabeza, no puedo pensar en nada, estoy en blanco, no entiendo.


-¡Marco!- grito entre dolor y desesperación y no me contesta. Muevo mi brazo izquierdo hacia él pero no lo alcanzo, está muy lejos.


-¡Marco, despierta!- y no hay nada cerca, nadie cerca.


Comienzo a oí un ruido de coches, es como un camión. -¡Aquí, ayuda!- digo casi entre suspiros.


Volteo de nuevo a Marco y lo veo moverse, está tosiendo.



-¡Marco, no te muevas, ya viene alguien!- murmuro y siento que mis piernas se duermen junto con un dolor insoportable, como si me jalaran las piernas y se fueran a desprender de mi cuerpo. Mi cara está llena de lagrimas y sangre, no distingo bien ahora pero ya veo más luces que se acercan.


Es un camión, de pronto lo pierdo de vista y cierro los ojos, estoy cansada aun oigo a Marco respirar.


Abro los ojos porque escucho al camión cerca pero la maquina del motor está haciendo ruidos fuertes, muchos ruidos. Rechinan las llantas del camión y no entiendo porque tanto alboroto, el ruido se hace aún más fuerte y el camión no se detiene.


Volteo a ver a Marco que abre los ojos y me ve... No se va a detener el camión.


Casi entre flashes veo como el tráiler choca con la camioneta y ambos salen disparados hacia un lugar que yo no veo.


No veo, no quiero cerrar mis ojos, no quiero dejar de sentir. Ya no me duele, de nuevo el sonido agudo que me aparta de todo lo demás. No quiero cerrar los ojos.



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-Sadi, despierta... Soy Marco- me dice al oído. Abro los ojos y de nuevo la luz me hastiaba pero es una luz diferente.

30 marzo, 2011

Furtum

Le robe de los labios a Gina una idea que me regresó a este mundo del palabrerío, en el sentido llano y liso, de la palabra; palabrerío. Esque me impresiona que estuve buscando por meses qué escribir y veía en los lugares más equivocados, muy fuera de mi. Hasta que pude recordar que todo esto lo traigo dentro, todo esto. O ta vez, sólo me faltaba saturarme de TODO para seguir con esto, presiento que se vienen cosas increibles de contar. Que gusto estar de vuelta.

11 enero, 2011

Tempus Fugit

Ahora no es tan difícil, porfin, que puedo ver en retrospectiva, me rio de mi mismo, por tratar más de 10 meses de -escribiralgomuybueno-.



Me doy cuenta que -escribir- era en lo único que no debía pensar. Sí me desesperé de no poder poner dos lineas por meses, ahora pongo entradas en reversa y lo nuevo es viejo. Y sigo feliz por estar aquí.








"Se me había detenido el tiempo, Gin."