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14 febrero, 2010

A fronte praecipitium a tergo lupi.

Increíble es mi risco y sobre él camino.

Me pica los pies sin clemencia,

reclama sangre propia,

con sus porosas esquinas

y rocosas cierras.

Me desgarra hasta el alma.

Todo el mundo es pies raspados y picos

para quien camine por mi risco.

No es difícil entrar pero tarda uno en salir.

Ahí, siempre cae una llovizna tranquila,

que, salada arde,

pica, pega, suelta, atraviesa, confunde,

hasta lo más profundo.

Y todo el mundo es heridas abiertas y sal

para quien camine por mi risco.

Desde que sale el sol.

Desde que sale la luna.

Desde que brilla tanto.

Desde que apenas alumbra.

Increíble es mi risco y ahí camino.


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