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17 mayo, 2010

Partida.

I

La Reina y el Rey.
Consortes de un mundo a blanco y negro,
como el mío.

Los caballos.
Briosos caballos, uno blanco, el otro negro,
siempre contrarios,
como tú y como yo.

Los alfiles.
Importantes para el Rey,
importantes para la Reina,
importantes, ellos cuatro solos.

Las torres fijas. Los ojos del Reino.
Mironas, estáticas, imponentes.
Ahí se encarcela a los prisioneros
y todos somos como ellos.

Todos.
Como ellos.

Y seremos olvidados sin importar las torres,
sin importar las prisiones.

Ahí se encarcela a los prisioneros
y todos somos como ellos.

II

Surgen batallas,
corre la sangre,
corren los caballos.

Tintinean las espadas,
crujen los arcos,
susurran las flechas
y las hachas.

La hachas cortan.

Se saborea la muerte en la boca,
en las hachas y los
Reyes y Reinas tragan almas,
tragan armas, se tragan.

Las torres miran, las aves miran,
los humanos miran,
así como también mueren.

III

Los peones.
Ellos limpian, friegan del piso la sangre,
recogen los cachos de humanidad que quedan.
Los juntan, los queman.

Los peones.
Ellos andan despacio,
ellos miran al cielo,
ellos corren descalzos,
como ya casi nadie en el mundo.

Casi nadie en el mundo,
ya casi no hay nadie en el mundo.

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