Estaba apunto de sacar el coche del garage. Me senté, acomodo el espejo retrovisor, inserto la llave, giro el switch, meto el clotch, volteo para adelante y ella estaba parada frente a mi, todo duró un segundo. No sé cómo explicar que justo cuando yo levanté mi cabeza, ella me estaba viendo y en sus labios, así sin voz, leí -Hola-, siguió caminando y yo solo le sonreí esperando ella hubiera visto mi sonrisa, saqué el coche y con mi mente, la vista y todo la seguí unos segundos hasta que frené, metí la reversa y me estacioné, sin dejar de verla caminar, ella no volteó, solo continuó caminado. Vive a diez casas de la mía, del mismo lado de la acera, tiene diecinueve años, tez clara, pelo castaño obscuro y un lindo hijo de escasos tres meses. Es la segunda vez en mi vida que medio-cruzo palabra con ella, la primera vez, fue en una posada en su casa, hace como tres años y le dije -Gracias-, en ese entonces le tocó sonreír a ella. Me da risa, cómo uno recuerda esas cosas tan usuales, todo el asunto es digno de olvidarse a los tres segundos de haber pasado, pero yo escribo entradas con esto.
Gracias (te toca sonreir de nuevo).
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